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¿Qué es el parkinson?

La enfermedad de Parkinson (EP) es un trastorno neurodegenerativo que afecta al sistema nervioso de manera crónica y progresiva. Es la segunda enfermedad más prevalente en la actualidad después del Alzheimer y pertenece a los llamados Trastornos del Movimiento.

La EP se caracteriza por la pérdida (o degeneración) de neuronas en la sustancia negra, una estructura situada en la parte media del cerebro. Esta pérdida provoca una falta de dopamina en el organismo, una sustancia que transmite información necesaria para que realicemos movimientos con normalidad. La falta de dopamina hace que el control del movimiento se vea alterado, dando lugar a los síntomas motores típicos como el temblor en reposo o la rigidez.

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A día de hoy no se conoce la causa última de la EP. Sin embargo, se considera que podría deberse a una combinación de factores genéticos, medioambientales y los derivados del propio envejecimiento del organismo.

–>  La edad es un claro factor de riesgo, siendo la edad media del inicio entre los 55-60 años. Así, la prevalencia aumenta exponencialmente a partir los 60.

–>  El 90% de los casos de párkinson son formas esporádicas, es decir, no se deben a una alteración genética concreta. No obstante, se estima que entre el 15% y el 25% de las personas que tienen la enfermedad cuentan con algún pariente que la ha desarrollado.

–>  Algunos estudios citan como factor de riesgo el consumo continuado a lo largo de los años de agua de pozo o haber estado expuesto a pesticidas y herbicidas.

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El diagnóstico de la EP es fundamentalmente clínico y se realiza en base a la historia clínica y exploración neurológica de la persona, ya que no existe en la actualidad un marcador bioquímico. Se pueden realizar pruebas complementarias para descartar otros posibles trastornos.

Los síntomas deben incluir la lentitud de movimientos (bradicinesia) y además, al menos uno de los siguientes:

Temblor en reposo

Rigidez muscular

Inestabi­lidad postural

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–>  La EP tiene un curso progresivo, que puede variar en función de la persona, y atraviesa por diferentes estadíos. A continuación, se detalla la clasificación por estadíos de Hoehn y Yahr, 1967.

 

diagnostico reciente

afectacion moderada afectacion severa
estadío I

afectación unilateral

estadío II

afectación bilateral

estadío iii

Afectación bilateral con alteración del equilibrio

estadío IV

Aumento del grado de dependencia

estadío V

Severamente afectado y dependiente

 

 

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–> Una vez pasados de 5 a 8 años desde el inicio del tratamiento, gran parte de las personas desarrollan complicaciones motoras (fluctuaciones motoras, discinesias) y síntomas no motores (como trastornos del sueño o cognitivos) que no responden adecuadamente a la medicación. Es en esta etapa cuando se habla de enfermedad de Parkinson avanzada (EPA). Estas complicaciones se deben probablemente al avance del proceso degenerativo de la EP. Aunque es muy variable, la mayoría de personas alcanza esta etapa pasados 10 años de evolución.

En esta etapa el tratamiento farmacológico no tiene el efecto deseado y se van alternando periodos de buen y mal control de los síntomas, el llamado “efecto on-off”. Estos cambios pueden producir fluctuaciones motoras y discinesias. Las fluctuaciones motoras más comunes son el deterioro fin de dosis (no dura el tiempo esperado), retraso de inicio de dosis (tarda en aparecer), fallo de dosis (no controla los síntomas), acinesia (incapacidad para iniciar un movimiento). Las discinesias pueden afectar a cualquier parte del cuerpo y producir dolor. Pueden ser de pico de dosis (en el momento de máximo efecto) o bifásicas (al inicio y al final de la dosis). Los síntomas no motores como los trastornos del sueño, las alteraciones cognitivas o del estado del ánimo pueden agravarse.

Todo ello hace que aumente el nivel de dependencia en la persona, con una disminución en su calidad de vida, así como la de sus familiares y cuidadores. Es importante observar los cambios que se producen a medida que avanza la enfermedad, así como identificar posibles nuevos síntomas. Llevar un diario o registro puede ser de ayuda. La información recogida puede facilitar la posterior comunicación con los profesionales sanitarios.

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La EP se presenta a través de una serie de síntomas motores y otros no motores, que no van a ser iguales en todas las personas ni su evolución va a seguir el mismo curso. Se suelen asociar principalmente a las dificultades motoras, pero hay muchos otros no relacionados con el movimiento, tales como los trastornos del sueño o el olfato entre otros, pudiendo en ocasiones preceder a la aparición de los síntomas motores.

SÍNTOMAS MOTORES

TEMBLOR EN REPOSO

RIGIDEZ

BRADICINESIA

INESTABILIDAD POSTURAL

HIPOMIMIA-HIPOFONIA

DISARTRIA

DIFICULTADES RESPIRATORIAS

 

 

SÍNTOMAS NO MOTORES

 

NEUROPSIQUIATRICOS DEL SUEÑO AUTONOMICOS DIGESTIVOS SENSORIALES
Trastornos afectivos

Alteraciones cognitivas

Alucinaciones, delirios

Demencia

Trastornos del control de impulsos

Somnolencia diurna

Pesadillas, sueños vívidos

 

Hipotensión ortostática

Sudoración excesiva

Seborrea

Disfunción sexual

Alteraciones micción

Disfagia

Náuseas

Estreñimiento

 

Dolor

Parestesias

Hiposmia, anosmia

Alteraciones visuales